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Basílica - Parroquia
Nuestra Señora de Atocha

Documento


II Domingo T.O. (B) 2021

15 de enero de 2021

 

“Los dos discípulos oyeron sus palabras
y siguieron a Jesús.

Jesús se volvió y, al ver que lo seguían,
les pregunta: «¿Qué buscáis?»
Ellos le contestaron:

«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
Él les dijo: – «Venid y lo veréis»”

Salmo responsorial:
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Comentario a la Palabra

Pregunta de Jesús a los discípulos

Los discípulos de Juan se interesan por Jesús, y él les pregunta, ¿qué buscáis? Ellos responden diciendo que quieren saber de él, empezando por saber dónde reside, donde le pueden encontrar para hablar con él. Venid y veréis. Fueron y se quedaron un día, y luego toda la vida, con él. Él acabó dando sentido a su vida. ¿Qué les dijo? ¿Qué les entusiasmó de la persona de Jesús? ¿Qué vieron?

Buscadores

A Cristo le oirían decir después en su catequesis, “buscad y hallaréis”. Dicen que, existe hoy una generación llamada la de los “seekers”, “buscadores”, que lo que buscan es una religión. Se busca, una verdad que dé sentido a la vida, que satisfaga, que libere de la insatisfacción de las pequeñas verdades, de las pequeñas y vacías satisfacciones; sobre todo se buscar a alguien en quien confiar, que sea referencia de su vida.

Saber distinguir quién nos llama entre tantas voces y ecos

Nuestra generación no puede menos de sentir, como Samuel, primera lectura, una voz que le llama, que le saca del sueño: del sueño del tener, del sueño del placer inmediato corporal, del pansexualismo, -segunda lectura – y que ofrece algo distinto. Es fácil confundir la voz con los ecos, diría Antonio Machado, y no descubrir, de inmediato quién nos llama – primera lectura –; no percibir quién nos dice “venid y veréis”. Hace falta atención continuada reiterada. Despertar del sueño, de estar narcotizados por las llamadas para satisfacer ansias de poder, de placer, de tener...

Quedarse con Jesús

Jesús sigue preguntándonos, ¿qué buscáis? Y sigue ofreciéndose como respuesta: venid y veréis. Porque somos llamados a seguirle. Esa es nuestra vocación de cristianos. Lo que da sentido a nuestro vivir. Para ello escuchamos, meditamos la Palabra de Dios. Dejamos que nos interrogue. Percibimos en ella que alguien nos llama, a conocerle mejor, pasar tiempo con él, a seguirle. ¿Es para nosotros una satisfacción responder positivamente a su invitación? En definitiva, ¿la convivencia, el sentir con Jesús es nuestro objetivo existencial, que da sentido a otros proyectos, a otros objetivos? Venid y veréis; fueron, vieron, ... y se quedaron con Jesús.

Fray Juan José de León Lastra
Convento de Santo Domingo (Oviedo).
www.dominicos.org/predicacion

Invitación del Bautista a seguir a Jesús

En el Evangelio de hoy vemos que Juan señala a Jesús como el Cordero de Dios. El cordero era símbolo de la liberación de la esclavitud de Egipto. Es el que quita el pecado eliminando la injusticia.

Juan, de esta manera, resume lo que les había dicho antes a los discípulos sobre Jesús y les convence a los dos de la importancia del personaje de Jesús. Es lógico que ellos se interesaran por su figura. ¿sentimos nosotros esa necesidad de interesarnos por Jesús?

Los discípulos no le preguntan a Jesús por su doctrina sino por su manera de vivir. Para ese conocimiento no basta con la opinión de otro, es necesaria la experiencia personal y el descubrir lo que Jesús puede significar para mi vida personal.

La esfera en la que vive Jesús no puede conocerse a no ser a través de una experiencia personal. Ellos no vieron un lugar sino la manera que tenía Jesús de desarrollar su día a día.

La manera de vivir de Jesús era distinta de la manera de vivir de Juan y a los dos les pareció más acorde con sus expectativas, por eso se quedaron a vivir como él.

Lo que descubrieron es tan importante para ellos que se sienten obligados a comunicarlo a los más queridos.

¿Hemos descubierto algo en Jesús qué nos ha cambiado nuestra forma de vivir la vida? ¿Comunicamos también nosotros a los demás lo que hemos descubierto de Jesús?

En la primera Lectura hemos visto que el Señor llamaba a Samuel. Hagamos como Samuel y digamos: Aquí estoy. Habla, Señor, que tu siervo escucha.

Queremos reconocerle en medio de tanto mensaje que nos impide escuchar con nitidez su voz. Queremos identificarle aún estando repletos de imágenes que bloquean las retinas de nuestros ojos.

El Señor nos llama, nos hace sus discípulos. Quiere contar con nosotros. Abramos nuestros oídos y nuestro corazón a su llamada y, sobre todo, confiemos en Él.

El conocimiento de Jesús no viene precisamente por la “acumulación” de misas sino por el saber estar con Él a través de la oración, del silencio, de la contemplación. Una asignatura que tenemos pendiente es precisamente la experiencia profunda de Jesús; el vivir con El y que no se nos haga insoportable esa vivencia; el estar con El y el que no resulte aburrida esa estancia; el hablar con El y no tener la sensación de que estamos haciendo algo absurdo. Vivámosla con amor y alegría.