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Basílica - Parroquia
Nuestra Señora de Atocha

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XIV Domingo de T.O.

3 de julio de 2020

 

XIV DOMINGO TO. Ciclo A
5 de julio de 2020

 «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré, y encontraréis descanso para vuestras almas ».

Salmo responsorial:
Bendeciré tu nombre por siempre,
Dios mío, mi rey

Comentario a la Palabra

Iglesia Pueblo de Dios

El itinerario que señala el Papa Francisco para la Iglesia como Pueblo de Dios, tiene como base el bautismo de los fieles, convertidos en hijos de Dios, por la redención ofrecida por Jesucristo tras la encarnación del Verbo, Hijo de Dios. Fácilmente dejamos lejos los fundamentos biológicos, que nos acompañarán toda la vida. Los errores o límites en el uso de la libertad al obrar (origen del mal) condujeron misteriosamente, al Amor de Dios en la plenitud de los tiempos, a enviar al Hijo, no para condenar al mundo sino para salvarlo.

El Pueblo de Dios

En la eucaristía hacemos profesión del Credo, y es fácil caer en la poca atención a los contenidos de la fe que relatamos. El anonadamiento de Jesús al asumir nuestra condición nos otorgó participar en su divinidad. No hay capacidad humana para comprender el misterio, y, sin embargo, recibimos los beneficios de hijos de Dios-Amor por adopción. El Pueblo de Dios, Israel, elegido en el Antiguo Testamento, ha quedado en segundo plano en la grandeza de la Ley, religiosidad y templo. La Nueva Alianza llevada a cabo por Jesucristo, con su vida y obras, abrirá paso a los discípulos a la fe, esperanza y amor de hijos de Dios. Los Apóstoles Pedro y Pablo tendrán que distinguir la ley antigua de la novedad cristiana, para liberar a los nuevos creyentes paganos de ataduras y pesos erróneos.

Escuchar y dialogar para caminar juntos

La iglesia sinodal está llamada a ser la Iglesia del tercer milenio. Una afirmación que requerirá la fuerza del Espíritu y la corresponsabilidad de todos: Es una afirmación que implica el cambio de mentalidad que tantas veces nos ha recordado la exhortación de la ceniza a creer en el Evangelio. Implica el salto del Antiguo testamento al Nuevo, y de la Ley de Moisés a la caridad de Cristo. Escuchar, dialogar y caminar unidos son tres verbos que podemos declinar: En indicativo nos señalan como personas, sujetos responsables. Como imperativos, nos envían a elegir y ejecutar el bien. Son palabras que requieren incorporar al silencio humano interior el amor de caridad. Cada una nos “reta” con diferente profundidad y amplitud, y con el mismo dinamismo interior compasivo samaritano de acogida y servicio.

+ Escuchar, es más que oír. Exige actitud de apertura mental y la ayuda del Espíritu Santo para descubrir en cada ser humano al hijo de Dios por su misma identidad, antes y sin valorar sus acciones. Mirar con ojos compasivos e incorporar lo percibido para darle después su valoración oportuna. Mirada amplia para descubrir al máximo la realidad, comenzando por nuestro interior, y el perdón que Dios nos ofrece junto al resto de dones y ayudas.

+ Dialogar. El grupo que dialoga con esta base cristiana, se ha de esforzar por mantener criterios y generosidad que fácilmente rebosan sus límites humanos, de raíz egoísta. No son las ideas quienes fácilmente construyen puentes de concordia, paz y bienestar, sino los amores compasivos los que marcan lo necesario para tales comportamientos.

Desde el cansancio a la esperanza

Cansados están quienes perciben su vida como carga pesada, sin origen ni destino por multitud de causas. Jesús nos invita con sencillez a abrir la mente y el corazón, a vivir confiados en Dios Padre sin miedos acumulados. Dice el Papa Francisco que cada uno discierne libremente su propio camino para descubrir con más Luz lo mejor de sí mismo, más allá de deficiencias y tropiezos; reconociendo límites y apoyos, y podrá convertirse en un enviado más, un servidor de la Buena Noticia del amor al prójimo como Jesús nos ha amado y empujado.

 
Fray Manuel González de la Fuente
Valladolid
www.dominicos.org/predicacion

Para la oración

Gracias, Padre bueno, porque nuestra experiencia vital nos dice que más allá de nuestros horizontes y de nuestras posibilidades estás Tú, Dios de Jesús, de quien no podemos decir mucho, porque desbordas la capacidad de nuestras lenguas y las evocaciones geniales de nuestras palabras, insuficientes, siempre, para hablar de tu realidad divina.

Con Jesús hemos aprendido a hablar de Ti con imágenes de nuestra vida humana y sencilla. Por Él sabemos que, en tu grandeza, te haces pequeño y sencillo para que todo el mundo pueda saber de Ti y tener experiencia de Ti. Por eso a los sabios y entendidos, duchos en palabras grandilocuentes, les resulta difícil aceptar que con sencillez se pueda hablar contigo. Le damos las gracias a Jesús que nos ha hecho sentir tu cercanía, tu ternura y tu comprensión. Eres un Dios que nos ayuda a los humanos a llevar nuestra vida y tener esperanza de otra mejor pero indescriptible. Gracias, pues, Dios.

Acompáñanos siempre, Señor, en nuestra vida para que hagamos sentir a los demás la alegría de saberte cercano y la confianza que nos inspiras para sacar de Ti la esperanza que necesitamos para seguir adelante en esta vida que nos la hacemos, tantas veces, difícil.