Capilla de Santo Domingo de Guzmán
Esta capilla fue inaugurada en febrero de 2024 para acoger en ella la pila bautismal de Santo Domingo de Guzmán y una talla del santo, obra de Luis salvador Carmona.
Pila bautismal de Santo Domingo
Santo Domingo de Guzmán nació en Caleruega en 1170, siendo bautizado en esta pila, en la parroquia de San Sebastián de esa preciosa villa de la provincia de Burgos. Tras su canonización, el rey Alfonso X la traslada al Monasterio de dominicas recién fundado en Caleruega, y desde entonces es venerada como reliquia.
En 1605 el rey Felipe III ordena llevar la pila al convento de San Pablo de Valladolid para bautizar allí a su hijo Felipe IV. Siguiendo a la corte, la pila llegaría a Madrid, siendo custodiada desde entonces en el Monasterio de Santo Domingo el Real (situado originalmente en la plaza Santo Domingo y posteriormente en la calle Claudio Coello).
Desde entonces todos los herederos de los Reyes de España han cumplido con el rito de ser bautizados en esta Pila (excepto aquellos que nacieron fuera de España, como Felipe V, Amadeo de Saboya y el rey Juan Carlos I). Las últimos en ser bautizados en ella han sido la princesa Leonor y la infanta Sofía. Para esas ocasiones la pila es trasladada a Palacio donde tiene lugar el bautizo, para ser posteriormente presentados a la Virgen de Atocha.
Las hermanas dominicas de Madrid custodiaron esta pila durante más de 400 años, pero lamentablemente, a causa de la falta de vocaciones, se trasladan al Monasterio de dominicas de Segovia para poder seguir viviendo su vida dominicana. La comunidad ha querido que la pila quede en Madrid, dejándola en depósito a los frailes dominicos de la Provincia de Hispania, para que la custodien en el convento de Atocha.
La pila es de piedra caliza, del siglo XII, cubierta con una funda plateada con los escudos de la Orden de Predicadores y de la Casa Real. En la actual capilla ha sido colocada sobre una columna de granito del siglo XVII, que es el único resto que se conserva del antiguo convento de dominicos de Atocha.
Escultura de San Domingo de Guzmán
Esta imagen del fundador de los dominicos fue tallada por Luis Salvador Carmona en el siglo XVIII. Aparece vestido con el hábito blanco y negro, con una estrella en la frente, recuerdo de la luz que emanaba de su frente en el momento de su bautismo. A sus pies un perro con una antorcha, recordando el sueño que su madre, la Beata Juana de Aza, tuvo mientras estaba embarazada de Domingo. Este sueño anunciaba que el que iba a nacer iba a portar una antorcha ardiente por la predicación, con la que inflamaría con eficacia la caridad que se había enfriado en muchos corazones. En su mano izquierda porta un libro, que recuerda la importancia del estudio para los dominicos. En su mano derecha, una cruz como patriarca de la Orden de Predicadores.
Domingo de Guzmán nació en Caleruega en 1174, en el seno de una familia profundamente creyente. Sus padres fueron don Félix de Guzmán y doña Juana de Aza, parientes de reyes. Tuvo otros dos hermanos, Antonio y Manés.
Después de varios años de formación humanista, filosófica y teológica, se ordenó sacerdote y fue nombrado subprior del Cabildo catedralicio de Osma. Acompañando a su Obispo en una misión diplomática, su vida cambió completamente al conocer la realidad de la herejía cátara en el sur de Francia.
Desde ese momento se dio cuenta de la necesidad de predicar la Palabra de Dios para ayudar a la gente a encontrar la verdadera salvación y libertad. En Prulla (Francia) fundó un Monasterio para mujeres convertidas del catarismo y una casa en Toulouse que se convirtieron en centros de evangelización, desde donde salían a predicar Santo Domingo y los compañeros que pronto se le unieron.
En 1215 viajó a Roma para pedirle al Papa que aprobase la fundación de una Orden dedicada a la predicación. La aprobación llegó el 22 de diciembre de 1216. Al volver de Roma dispersó a los primeros frailes enviándolos por todo el mundo y extendiendo la Orden por todo el mundo.
En 1218 volvió a España y pasó por Madrid donde visitó a los frailes y monjas que levantaban un Monasterio que se encontraba en la actual plaza de Santo Domingo.
La búsqueda de la verdad, el deseo de santidad, el sacerdocio, el amor a la Iglesia, la compasión, la fraternidad, la compasión, la oración y la predicación caracterizan la vida de Santo Domingo y se convertirán en los elementos fundamentales de un carisma, el dominicano, que cuenta ya con 800 años de historia.
Tras su muerte fueron muchos hombres y mujeres los que quisieron vivir estos mismos valores como miembros de la Orden de Predicadores dejando un rico legado al servicio de la humanidad desde los campos de la teología, la filosofía, el arte, la historia, la ciencia…
Domingo murió el 6 de agosto de 1221, a los cincuenta y un años de edad, en el convento de Bolonia, donde permanecen sus restos.
En 1234 el Papa Gregorio IX, lo canonizó valorando los numerosos desafíos a los que intentó dar respuesta Santo Domingo, que vivió una época de cambios.