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Basílica - Parroquia
Nuestra Señora de Atocha

Documento


V Domingo T.O. (B) 2021

6 de febrero de 2021

 

“ Curó a muchos enfermos

de diversos males ”

Salmo responsorial:
Alabad al Señor,
que sana los corazones destrozados

 Comentario a la Palabra

¿Tiene sentido la historia? ¿Y la vida humana? Contemplar el discurrir de las cosas en el escenario de la vida real produce escalofríos. Con frecuencia, nos sentimos débiles e impotentes. ¿Qué decir? ¿Qué hacer? No es sencillo. Tampoco lo es para el creyente en el Dios de Jesús. Cuando lo pasamos mal: ¿dónde está Dios? ¿es compatible la fe en un Dios bueno y salvador con la desgracia, con el mal, con el sufrimiento de tanta gente y, sobre todo, con el de personas inocentes?

El dramatismo de estas preguntas nos ubican ante la situación que plantea la primera lectura en la persona de Job. El mal padecido injustamente le lleva a cuestionarse el sentido de las cosas. También el proceder de Dios. ¿Cómo no sentirse identificado con sus reflexiones? Sus preguntas son las de cualquier hombre angustiado y asediado por el dolor. Sus dificultades son también las nuestras. La Palabra de este domingo es valiente y nos coloca frente al misterio del mal y su difícil relación con la fe en Dios. Lo interesante de las lecturas que se nos ofrecen en este domingo es que no intentan dar clases teóricas en torno al problema del dolor o del sufrimiento. Manifiestan con toda naturalidad la conexión de esa realidad con el Dios de la encarnación y, como consecuencia, con la misión eclesial. La pista de esa conexión la hallamos en el evangelio. Jesús sale de la sinagoga y sana a cuantas personas encuentra en su camino. La primera la suegra de Simón, que le acoge en su casa. Después a las multitudes que acuden a la puerta. El Nazareno no especula ante el sufrimiento, sencillamente intenta aliviarlo o hacerlo desaparecer. Expresado en otros términos: el Dios revelado por Jesucristo no quiere que la gente padezca el mal. Por eso hace todo lo posible por evitarlo. La misión del Hijo de Dios, el servicio del Reino, es la prueba palmaria de este hecho. La palabra y la actuación del Maestro de Nazaret son, por así decirlo, una especie de cruzada contra el mal, sea cual sea su causa.

Hay que subrayar que este camino práctico contra el mal de Jesús solo se entiende desde la experiencia de Dios. Y hay aquí un dato que no se debe olvidar. Jesús, antes de curar, viene del encuentro con Dios en la sinagoga y, después, se retira a solas a orar. Lo que Jesús dice o hace para romper la experiencia del dolor de los hermanos brota de su relación con Dios. La auténtica experiencia de Dios no aleja, sino que acerca al mundo del dolor. En este sentido, el Dios de Jesús es un Dios compasivo y cercano que se identifica con el doliente y hace lo posible por amainar su dolor. Esta cercanía es fruto del amor y llega, como sabemos, hasta el extremo de cargar con el sufrimiento de los demás. Hay aquí una enseñanza a retener. Dios no quiere el mal, como el ser humano no quiere el mal. La única receta frente a sus zarpazos es el amor, vía práctica que lo combate en términos de solidaridad y cercanía, de entrega generosa y ofrecimiento, de asunción en la propia carne…

Hay otro elemento a considerar: la universalidad de la cruzada contra el mal de Jesús. Los discípulos encuentran a Jesús, que está en oración, y le dicen: “todo el mundo te busca”. Él responde: “Vámonos a otra parte para predicar también allí, que para eso he venido”. La misión del Maestro de Nazaret es una misión abierta. Tan abierta como los horizontes de lo humano y del mundo. Se trata de una misión universal. Ha de llegar a todos. Y esto porque el dolor y el mal, en la forma que sea, afectan a todos los hombres y mujeres del mundo.

En clara correspondencia, la universalidad de la misión de Jesús conecta con la misión de sus discípulos enviados al mundo entero, como él, a anunciar la buena noticia y a sanar a los enfermos. En la segunda lectura, Pablo da cuenta de ese ministerio, que es el que da sentido a su vida. Ministerio sostenido por la clave del amor y del servicio que brota del camino abierto por Jesucristo: “me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todos a todos para ganar, sea como sea, a a algunos. Y lo hago por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes”.

Última reflexión. ¿Tiene sentido la vida si hay mal? Según lo que la Palabra nos enseña en este quinto domingo del tiempo ordinario, desde la fe en el Dios encarnado, el sentido de la vida es, con y por Jesús, a través de la palabra y la acción movidas por el amor, tratar de acabar con el mal y el sufrimiento. ¡Todo un desafío!

Fr. Vicente Botella Cubells O.P.
Real Convento de Predicadores (Valencia) .

www.dominicos.org/predicacion

Pequeña reseña litúrgica

Vamos a ir viendo en esta hoja parroquial y en las siguientes distintos aspectos sobre la celebración de la Eucaristía para que sepamos lo que venimos a celebrar y nos ayude a celebrar mejor ese encuentro con el Señor y con la Comunidad. Esta semana vamos a comenzar comentando las cuatro partes en las que se divide la Eucaristía.

Ritos iniciales

Hay celebraciones en la que se realiza una Procesión de entrada, donde el sacerdote que preside la celebración, acompañado por otros sacerdotes, si es una celebración concelebrada, y por los distintos “actores” que van a intervenir en la celebración entran de manera solemne hasta el altar. Después viene el Saludo inicial, donde el sacerdote o sacerdotes besan el altar, se hace la señal de la cruz, símbolo de los cristianos, y saluda a la asamblea congregada en la Iglesia. Terminado el saludo, se nos invita a pedir perdón por nuestras faltas, reflexionando unos momentos en silencio. A continuación, pasamos a alabar a Dios recitando o cantando el Gloria. Finalizado el Gloria, el sacerdote recita la Oración colecta, donde el sacerdote, en nombre de toda la asamblea, la eleva al Padre, recogiendo las intenciones de la comunidad.

Liturgia de la Palabra

Momento de la celebración en que vamos a escuchar la Palabra de Dios, proclamaremos nuestra fe y pediremos por las necesidades de toda la humanidad.

Esta parte se divide en: Primera lectura, Salmo responsorial, Segunda lectura, Evangelio, homilía, Credo y Oración de los fieles.

Liturgia de la Eucaristía

En esta parte se desarrolla el proceso central de la Eucaristía.

Se divide en: presentación de las ofrendas, donde se presentan el pan y el vino y se realiza una oración sobre ellas; Prefacio, donde se realiza otra oración y una acción de gracias por los dones recibidos; Epíclesis, donde el sacerdote presenta sus manos sobre el pan y el vino invocando al Espíritu Santo a fin de que sean transformados en el cuerpo y la sangre de Jesús; Consagración, donde re recuerda la última cena de Jesús. El pan y el vino se transforman en el cuerpo y en la sangre de Jesús; Aclamación, donde aclamamos el misterio central de nuestra fe; Intercesión, donde el sacerdote y toda la iglesia interceden por el Papa, obispos, difuntos y gente en general; Doxología, donde el sacerdote ofrece al Padre el cuerpo y la sangre de Jesús; Padre Nuestro, donde toda la asamblea recita la oración que Jesús nos enseñó; Comunión, donde la asamblea recibe el cuerpo de Cristo a través de la hostia consagrada y, por último, Oración, donde se agradece a Jesús en oración por la comunión.

Ritos de Despedida

Es la parte donde se concluye la celebración de la Eucaristía.

Se dividen en: Bendición, donde el sacerdote bendice a la asamblea reunida en el templo y Despedida y Envío, donde los feligreses abandonan el templo meditando lo sucedido en la Eucaristía.
La semana que viene y siguientes iremos viendo en detalle cada una de ellas.