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Basílica - Parroquia
Nuestra Señora de Atocha

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III Domingo de Pascua (B)

18 de abril de 2021

 

«Así estaba escrito:

el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto»

Salmo responsorial:
Haz brillar sobre nosotros, Señor,
la luz de tu rostro

Comentario a la Palabra

Miedo, sorpresa, alegría…hasta la fe

Por esas situaciones pasan los apóstoles según el texto evangélico de san Lucas. No podían “creer”, que Jesús se había hecho presente: era imaginación de ellos, lo que veían era un fantasma, pensaron. La alegría de verle, palpar sus manos y pies impedía su fe, era una maravillosa ilusión. Fue necesario que se abriera su entender, captar que lo sucedido estaba anunciado en la Escritura y Jesús mismo se lo había anunciado a ellos, para llegar a la fe. Así logran pasar del signo a lo que se significaba. De la evidencia sensible a la fe. Que es fe ante el misterio.

Los signos que fortalecen nuestra fe

1º El testimonio de los apóstoles. Los apóstoles se juegan su vida -y la pierden- por defender la resurrección ante los testigos de la crucifixión y muerte. Y lo proclaman con valentía, como hace Pedro, según leemos en la primera lectura.

2º Sentir al hermano. Es decir: cuando compartimos lo que somos y tenemos, Al partir el pan lo reconocieron los discípulos de Emaús; al compartir el pez asado los discípulos en el evangelio de este domingo los apóstoles.

3º Hacer vida la fe. Como indica en la segunda lectura, “guardando sus mandamientos”. Es así como llegamos a conocerlo, afirma Juan. La fe se fortalece, viviendo de acuerdo con lo que ella nos pide. En fin, nuestra fe en Jesús resucitado se manifiesta, y se fortalece, en el esfuerzo continuo por seguirle.

Tener fe en el Resucitado

Cuando nos familiarizamos con su evangelio, cuando acomodamos nuestra vida a la suya, cuando mantenemos la confianza en un Jesús que sigue presente en nuestra historia, la colectiva y la individual, tenemos fe en el Resucitado. Esto nunca será perfecto. Por el contrario, con numerosas limitaciones. Pero siempre nos queda lo que pide Pedro a quienes le escuchan “arrepentíos y convertíos…”

Esto es lo que celebramos en la Pascua: la alegría nunca colmada, siempre entretejida con los dolores del vivir y el convivir, los de nuestro ser, que se manifiesta en actitud esperanzada y confiada, porque Jesús pasó por el dolor, pero mantuvo y proclamó la esperanza de su resurrección, que ahora vivimos y celebramos.

Fray Juan José de León Lastra O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

www.dominicos.org/predicacion

Posturas corporales en la misa

Durante la Misa asumimos diferentes posturas corporales: nos ponemos de pie, nos ponemos de rodillas, nos sentamos y también somos invitados, a realizar una serie de gestos

En la celebración de la Misa levantamos nuestros corazones, nuestras mentes y nuestras voces a Dios, pero somos criaturas compuestas tanto de cuerpo como de alma y es por esto que nuestra oración no está confinada a nuestras mentes, a nuestros corazones y a nuestras voces, sino que también se expresa en nuestro cuerpo. Cuando nuestro cuerpo participa en nuestra oración, rezamos con toda nuestra persona, como espíritus personificados tal como Dios nos creó.

Durante la Misa asumimos diferentes posturas corporales: nos ponemos de pie, nos ponemos de rodillas, nos sentamos y también somos invitados a realizar una serie de gestos. Estas posturas y gestos corporales no son meramente ceremoniales. Tienen un significado profundo, así, cuando se realizan con comprensión, pueden realzar nuestra participación personal en la Misa. De hecho, estas acciones representan la manera en que comprometemos nuestro cuerpo en la oración, que es la Misa.

Cada postura corporal que asumimos en la Misa enfatiza y refuerza el significado de la acción en la que estamos participando en ese momento en nuestro culto.

POSTURAS:

De pie: Ponernos de pie es un signo de respeto y honor, así que nos ponemos de pie cuando el celebrante, en representación de Cristo, entra y sale de la asamblea. Desde los inicios de la Iglesia, esta postura corporal ha sido interpretada como una postura de aquellas personas elevadas con Cristo y que están en la búsqueda de cosas superiores. Cuando nos ponemos de pie para la oración, asumimos nuestra estatura completa ante Dios, no con orgullo, sino con una humilde gratitud por las cosas maravillosas que Dios ha hecho al crearnos y redimirnos.

De rodillas: En los inicios de la Iglesia, la postura de rodillas simbolizaba la penitencia: ¡la consciencia del pecado nos derrumba! Durante la Edad Media, la posición de rodillas significaba que un vasallo le rendía homenaje a su amo. Más recientemente, esta postura ha venido a significar adoración.

Sentados: La posición sentada es para escuchar y meditar, de esta forma, la congregación toma asiento durante las lecturas previas al Evangelio y puede, del mismo modo, sentarse durante el período de meditación que le sigue a la Comunión.

La próxima semana hablaremos de los Gestos que realizamos durante la celebración de la Eucaristía.