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Basílica - Parroquia
Nuestra Señora de Atocha

Santo Domingo de Guzmán

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Domingo de Guzmán nació en Caleruega en 1174, en el seno de una familia profundamente creyente. Sus padres fueron don Félix de Guzmán y doña Juana de Aza, parientes de reyes. Tuvo otros dos hermanos, Antonio y Manés.

Después de varios años de formación humanista, filosófica y teológica, se ordenó sacerdote y fue nombrado subprior del Cabildo catedralicio de Osma. Acompañando a su Obispo en una misión diplomática, su vida cambió completamente al conocer la realidad de la herejía cátara en el sur de Francia.

Desde ese momento se dio cuenta de la necesidad de predicar la Palabra de Dios para ayudar a la gente a encontrar la verdadera salvación y libertad. En Prulla (Francia) fundó un Monasterio para mujeres convertidas del catarismo y una casa en Toulouse que se convirtieron en centros de evangelización, desde donde salían a predicar Santo Domingo y los compañeros que pronto se le unieron.

En 1215 viajó a Roma para pedirle al Papa que aprobase la fundación de una Orden dedicada a la predicación. La aprobación llegó el 22 de diciembre de 1216. Al volver de Roma dispersó a los primeros frailes enviándolos por todo el mundo y extendiendo la Orden por todo el mundo.

En 1218 volvió a España y pasó por Madrid donde visitó a los frailes y monjas que levantaban un Monasterio que se encontraba en la actual plaza de Santo Domingo.

La búsqueda de la verdad, el deseo de santidad, el sacerdocio, el amor a la Iglesia, la compasión, la fraternidad, la compasión, la oración y la predicación caracterizan la vida de Santo Domingo y se convertirán en los elementos fundamentales de un carisma, el dominicano, que cuenta ya con 800 años de historia.

Tras su muerte fueron muchos hombres y mujeres los que quisieron vivir estos mismos valores como miembros de la Orden de Predicadores dejando un rico legado al servicio de la humanidad desde los campos de la teología, la filosofía, el arte, la historia, la ciencia…

Domingo murió el 6 de agosto de 1221, a los cincuenta y un años de edad, en el convento de Bolonia, donde permanecen sus restos.

En 1234 el Papa Gregorio IX, lo canonizó valorando los numerosos desafíos a los que intentó dar respuesta Santo Domingo, que vivió una época de cambios.